MODELO PEDAGÓGICO
Para poder establecer una ruta que responda a la estrategia pedagógica institucional es necesario tener una postura frente a la manera en que los individuos aprenden, la relación que tienen estos con el entorno y las interacciones en el ambiente escolar.
La teoría de aprendizaje sobre la cual nos apoyamos para entender este aspecto, se fundamenta dentro de las llamadas pedagogías sociocognitivas, especialmente lo expuesto por el psicólogo ruso Lev Vigotsky (1924) en su teoría de aprendizaje sociocultural, donde la manera que los sujetos aprenden parten de las ideas y constructos sociales que se dan a lo largo de su vida por la interacción con el entorno y el medio social en el que se desarrolla, en esa dinámica se facilita o no, la adquisición de nuevos conocimientos.
Otro teórico que aporta a esta manera de concebir el aprendizaje es Jerome Bruner (1984) quien sostiene que la estructura cognitiva y saberes anteriores del aprendiz son un elemento esencial en el aprendizaje. Los significados y la forma como va organizando los nuevos conocimientos, se integran a su nueva estructura cognitiva en un proceso de contextualización y profundización de saberes. Para el autor el aprendizaje es un proceso activo, de asociación y construcción.
En la I.E. la Pastora queremos acercarnos teóricamente al modelo socio crítico, como posibilidad de generar una transformación de la práctica educativa, priorizando metodologías que lleven a la reflexión que genere una conciencia crítica, generando criterios propios ante la realidad circundante.
Este ejercicio que propende por la autonomía de los sujetos, lejos de ser una apuesta egoísta e intimista, propende por el impacto colectivo, por lo que las metodologías activas, término acuñado al pedagogo suizo Adolphe Ferrière (1921) hace parte de nuestra estrategia pedagógica, lo que se propone es un cambio en la escuela tradicional en donde el estudiante pase al centro del aprendizaje y deje de ser un simple receptor del conocimiento. Dentro de estas metodologías cabe mencionar el juego, trabajo por proyectos, aprendizaje basado en problemas, aprendizaje colaborativo y cooperativo, siendo este último el que más se recomienda incluir dentro de las prácticas de aula en nuestra institución.
La asunción de las pedagogías activas como el enlace del modelo pedagógico y la práctica pedagógica es debido a que posibilitan el trabajo que parte de las necesidades y problemáticas del entorno, donde el análisis de la cotidianidad, los valores sociales, las posiciones políticas, son privilegiadas.
En este sentido, el conocimiento del mundo y de sí mismo proviene de la interacción con el otro en un contexto determinado por unas condiciones sociales y culturales específicas. En consecuencia, se concibe un acto educativo donde se tejen relaciones de horizontalidad que propician la generación de un diálogo con participación activa de estudiantes y maestros. En palabras de Freire (1970): “Nadie educa a nadie, nos educamos juntos” (p. 61). Este tipo de relaciones se establecen a partir del reconocimiento y respeto por la singularidad y la diferencia, así como la valoración de las múltiples dimensiones del ser humano.
La relación estudiante – docente se establece desde la búsqueda de la afirmación de ambos en su singularidad, con la mediación de la actividad educativa, que permite que los primeros se potencien como sujetos intelectuales y profesionales autónomos, y reflexivos, con capacidad de análisis y proactivos ante la realidad; mientras que los segundos se reconocen como sujetos comprometidos con la educación, investigadores desde el aula con un espíritu crítico y reflexivo.
En consecuencia, los saberes escolares deben posibilitar la construcción de sentido que permitan al estudiante la comprensión y reflexión sobre las realidades de su contexto. Por tanto, los planes de estudio de la institución educativa, que están estructurados de acuerdo con la Ley General de Educación (MEN, 1994), se configuran a partir de los propósitos de formación y conocimientos que se consideran pertinentes en coherencia con el modelo pedagógico.
En la organización de los planes de estudios presentan los objetivos por niveles y grados que, de manera general, buscan que el estudiante se acerque a unos aprendizajes específicos. El plan de cada área se consolida en tres mallas curriculares que corresponden a los tres periodos académicos y presentan una estructura donde el alcance de las competencias (MEN, 2006) y el cumplimiento de los derechos básicos de aprendizaje (MEN, 2016), son fines de la formación de los estudiantes, antes que una estructuración por contenidos. Se considera que una organización por contenidos alejaría a la comunidad educativa de la posibilidad de abarcar el acervo de experiencias que trae el estudiante y el maestro y posibilitan el diálogo para la construcción de conocimiento. La concepción del plan de estudios por competencias, estándares y derechos básicos de aprendizaje presenta un horizonte donde la enseñanza y el aprendizaje se orientan a las interacciones sociales, culturales, comunicativas y de significación.
Los procesos evaluativos deben responder a ejercicios individuales y grupales, buscando el desarrollo de las competencias que articulen la teoría con la práctica e involucren las habilidades para la vida y el desarrollo de la capacidad de argumentación y debate. Existe una valoración de los procesos más que de los productos, así como de la comunicación y el uso responsable de esta, más que de los contenidos. El diálogo, el debate, la argumentación, la construcción colectiva de un proyecto y el producto final del mismo, la solución de una situación problema, los juego de rol que permitan la comprensión de la realidad, el cumplimiento de dichos roles, el desarrollo de habilidades sociales como la cooperación, la creatividad, el respeto, el esfuerzo por alcanzar el objetivo de aprendizaje, la democratización de los resultados, entre otros; forman parte del proceso de evaluación en las pedagogías activas.
A través de este tipo de prácticas pedagógicas, se pretende el desarrollo de la autonomía de los sujetos, a partir de la formulación de los propios juicios, la crítica y la autocrítica; una conversación con los valores del entorno y la búsqueda consciente de su transformación.
Se pretende en el ejercicio educativo con la estrategia pedagógica que se pretende a nivel institucional, potenciar los principios y valores institucionales que favorecen no solo al individuo, sino también al colectivo, se resumen en el respeto a la diferencia, el buen trato, la lectura crítica de los diferentes contextos y el respeto al medio ambiente y la vida.
El modelo valora la pregunta como una posibilidad del acceso al conocimiento. Por tanto, la institución busca ser un escenario donde se establezcan diálogos entre estudiantes y maestros alrededor de la pregunta generando procesos de reflexión, pensamiento y lenguaje que cuestionen los contextos sociales y culturales; de esta manera se genera un aprendizaje significativo. Este lugar que la institución otorga a la pregunta converge con Gadamer (1998) cuando refiere que preguntar es el arte de pensar que produce nuevos conocimientos. De manera paralela, la construcción de conocimiento de cada individuo posibilita la construcción y transformación de su comunidad y del mundo en la medida que aporta al análisis y solución de problemas sociales.
En conclusión, la I. E. La Pastora se basa en una formación que tiene en cuenta aspectos socioculturales, esto es, la experiencia (Larrosa, 2006) que trae el estudiante para hacerla parte del diálogo que promueva la reflexión y, cargada de emocionalidad, promueva diferentes visiones del mundo y sentidos que promuevan la construcción de un sujeto que conoce y cuestiona su realidad para transformarla.
Calle 45 Nº 10 a 30 Barrio El vergel
Buenos Aires - Medellín - Colombia
269 93 90 - 300 414 0275
Copyright © 2021 GMA Digital S.A.S. ® - Todos los derechos reservados.
Actualiza tu navegador para ver este sitio correctamente. Actualizar ahora